
Estimado lector: cada línea escrita que lees es una conquista. Conquista de tiempos y de esfuerzos, de búsquedas y de extravíos. De dudas y sombras de certezas. Sin embargo, el saldo de entramar sentidos y simbolismos en estos pequeños ensayos, con las guías de un maestro que ya no está, es más que reparador. Es una manera de rendirle homenaje, celebrar al hombre y agradecer por el beneficio recibido. Él diría que es un “pontífice”, un puente y sólo un puente entre una verdad necesaria y uno mismo. Que nada de lo que narra en sus clases está oculto, por el contrario, está todo ahí, a la vista de todos. Sólo hay que saber mirar. Y que nadie ha de quedarse a vivir en un puente. Hay que atravesarlo, cruzar y seguir 1.
Fines del mes de marzo del año 2005, inicia el curso sobre Propedéutica en Psicología: el valor de la palabra en la lengua castellana. Me ubico en un asiento y espero a que llegue el maestro. De pronto, él ingresa. Un anciano, cabello gris, vestido de traje, acompañado de sus ayudantes. Sube al estrado, acomoda sus notas, se pone de espaldas y empieza a escribir en la vieja pizarra negra. La clase va a comenzar.
Todo inicia con un ícono. Un estímulo visual, con una palabra en su interior, “que representa una tarea condensada”.
«Un huevo», dice. En su interior, una luna creciente. Y tres letras: L (letra
latina), Mu (letra griega) y HaLL (letra árabe). Cada letra representa un vocablo en
cada lengua citada, y para este logos, los tres nombres de la Luna: L por Lucina
(Luz), Mu por μενη (Medida) y HaLL por HaLiLu- Ya (Sol), Alegría.
El maestro nos dice que todo objeto puede ser visto en tres formas:
• directamente, por la misma luz que lo alumbra, desplegando la
función física del objeto.
• Indirecta, o metafóricamente, cuando remite a algo conocido por
nosotros, y podemos establecer los dos polos de la asociación
semántica («la luz de mis ojos»).
• O simbólicamente, cuando hay un polo que no se conoce, pero que
se vuelve tangible por una imagen conocida («el árbol de la vida»).
“Estas formas simbólicas preexisten al hombre”, dice el maestro, “no
fueron creados”. Es clara hoy para mí su intencionalidad de
enseñarnos a ver, leer, escuchar y sentir en lenguaje simbólico. 2
“La lengua castellana- continúa diciendo-, es nuestra lengua madre o
materna, es desde allí que se aprenden el resto de las lenguas. Su origen data del
año 1100 d.C. con “El Poema del Mío Cid”. Allí la lengua castellana estaba en
pañales, eran balbuceos. Luego evoluciona en el Don Quijote de la Mancha de
Cervantes”. Lo que está antes del origen, la prehistoria de la lengua castellana,
nos sitúa en la conjunción de tres lenguas: el latín, el griego y el sánscrito.
«Maestro… ¿Qué es Propedéutica? ¿Qué significa?» «Pregúntele a la
palabra», dice él. “Pro es previo, paideo es conocimiento y tegmen es arte. Por
tanto propedéutica es el arte del conocimiento previo, lo que hay que saber antes
de saber. La propedéutica no se enseña, se realiza”. De la raíz paideo, surge
paidós, que semánticamente remite a niño, y etimológicamente a “los que
aprenden”.
El maestro opone esta idea sobre “los que aprenden” a “los eruditos”. La
erudición se opone al conocimiento vulgar, rudo, rural y elemental. “La erudición
es conocimiento intelectual sin vida ni fundamento”, dice.
El maestro vuelve al logo, al ícono del curso. Nos dice que todo logo está
compuesto por dos partes, un isotipo en tanto remite a la imagen visual, y un
isologo en tanto alude a una imagen verbal. En el ícono, tres caracteres que
remiten a tres lenguas que dan origen a la lengua castellana. Latín, griego y
sánscrito.
Una luna creciente 3.
Y un huevo. Esta vez como símbolo del origen del universo. En la
cosmogonía proveniente del paganismo grecorromano, de los residuos del
orfismo, la creación del cosmos se asienta en el nacimiento del dios Fanes,
Fanetes o Primogénito. Fanes se caracterizaba como una deidad de alas doradas
sobre los hombros y cuerpo en forma de dragón. Hesíodo, en su Teogonía,
equipara a Fanes con Eros.
El mito órfico de la cosmogonía, nos dice él, un huevo de plata del cual sale
Eros (el Amor, otra vez), que pone la vida en el Universo. “(…) O bien Eros nace
del huevo original, el huevo engendrado por la Noche, cuyas dos mitades, al
separarse, forman la Tierra y su cobertura, el Cielo. 4”
Un huevo: símbolo del origen del universo, de la fertilidad y del potencial de
la vida. Y también de la resurrección en el cristianismo. Resurgir, citar, emblema
del renacer 5. HaLiLu-Ya. Aleluya.
1 “El mundo es un puente, atraviésalo, no te quedes a vivir en él.” Frase atribuida a Jesús por la tradición islámica. Ver “Jesús en el Islam”. Diccionario de Brandon.
2 “Cuando los oídos del estudiante están listos para oír, entonces vienen los labios a llenarlos con sabiduría. Trismigesto, H. El Kybalion.
3 «El recorrido cíclico de la luna a través del cielo y su forma en cambio constante proporcionaron a las sociedades primitivas un poderoso símbolo del ciclo de la vida humana. (…) Los ciclos creciente y decreciente de la Luna simbolizan el nacimiento, la muerte y la resurrección. La luna creciente representa el crecimiento, mientras que la menguante se asocia con la muerte». Signos y símbolos. Guía ilustrada de su origen y significado. Cap: El cosmos. La luna. Cosar Editores. Santiago. Pág. 18.
4 Grimal, P. Diccionario de la Mitología Griega y Romana. Mito de Eros. Pág. 171. Ed. Labor. Buenos Aires.
5 “Entonces, el universo entero es solo…”
“Un huevo”. Respondí. “Ahora es momento de que continúes hacía tu próxima vida”.
Y te envié hacía ella.
Weir, A. The Egg.