Niña Luna y el lobo

Me estuve preguntando qué motiva estos escritos sobre simbolismos. Éstos están a nuestro alrededor en la cotidianeidad, conviviendo y habitando cada experiencia humana. Siempre estuvieron, y lo seguirán haciendo por el resto de nuestra vida como especie. Pero resulta que el aspecto transformador de los símbolos surge, a mí entender, de la mano de quién nos los señala. La energía de un símbolo se ve desplegada ante los ojos del observador y ante su alma dispuesta a recibir un mensaje, una imagen, un sentimiento o hasta una verdad sobre uno mismo.

Siento que aún al día de hoy, mi pequeña Niña Luna transita grandes obstáculos para comunicarse. Lo hace con mucha gracia y belleza, y veo lo que se esfuerza por conectar. En esa apreciación que hago de su camino, surge una narrativa que obedece a una intuición que tengo… que hay toda una serie de mensajes que ella despliega (según mi perspectiva) y que requieren de cierta atención al detalle y sensibilidad para entender. Allí aparecen los símbolos a los cuales ella se aferra durante un tiempo determinado, en juegos, canciones e intercambios, listos para entregar su magia. Uno de ellos es el del lobo.

El lobo (y cada símbolo que nos convoque) reúne dicotomías y polaridades en el seno de sus lecturas e interpretaciones. Según la época, el lugar, la cultura, las proyecciones insconscientes humanas hicieron del animal del lobo un conjunto de significados atribuidos que aluden a multiplicidades de aspectos. Intentaré en esta entrada hacer un breve recorrido por estos aspectos.

Podríamos iniciar este camino diciendo que Niña Luna juega y habla con los aspectos de una lobo que es niña, un personaje de una historia infantil con la cual se identifica, desplegando un apego por dicho personaje y que la llevó hasta a pedirme que sea el leiv motiv de su cumpleaños.

Con su mejor amigo, intercambian mensajes de aullidos y voces de lobo cuando tienen la oportunidad, conectando a un nivel que sólo ellos entienden.

Hasta allí podría hacer cierta lectura vinculada a la naturaleza social del lobo, su sentido de la pertenencia a la manada y el cuidado y protección a la misma, representado en muchas atribuciones a la figura del lobo en la Roma Clásica, sobre todo en la historia de Rómulo y Remo. También significando la conexión, el contacto y la guía espiritual que representa en sus aspectos benévolos o positivos, por así decirlo. Noto cierta prevalencia de este último conjunto de significados en mi experiencia, tomando esta connotación de conexión en el sentido de comunicación. Una recurrencia en sus dichos.

Pero mi sorpresa fue descubrir lo ominoso rondando el símbolo, y el impacto en la vivencia de la imagen. Noté que mi hija durante un tiempo le temía al «Señor Lobo», siendo en la historia infantil el padre de la lobo niña. Al ver una imagen de este «Señor Lobo», corría a abrazarnos cerrando sus ojos. Y tapando sus oídos.

En este sentido y adentrándome en los aspectos más numinosos del lobo, éste vino a representar aspectos diabólicos en numerosas épocas en diferentes culturas, en tanto representante de inframundos y guía de almas al más allá. El aspecto protector y de cuidado se ve compensado en el símbolo por su opuesto, de crueldad, astucia y destrucción. En muchos casos representó guerra y agresión.

La famosa polaridad, ya con aportes de la era cristiana, cordero-lobo, vino a representar al hijo de Dios y a Satanás en tanto fuerzas opuestas de la Creación, o a creyentes y feligreses y fuerzas que atacan la fe cristiana respectivamente.

No pretendo ser conclusiva con un escrito como éste, sólo ensayar comprensiones posibles con palabras que me hagan asequible esta experiencia. Y transmitirla. Pero lejos está de ser definitivo.

Estimado lector, gracias por acompañarme en este recorrido.

El País de la Geometría- María Elena Walsh

Esta imagen de William Blake,  denominada «el anciano de los días», es considerada por M.  L. VonFranz como una de las personificaciones típicas del Sí mismo, el arquetipo de la totalidad y el centro de la personalidad. Casualidad que en la imagen, el anciano mida el mundo con un compás.

Mi hija ama este cuento… lo leemos juntas una y otra vez… en determinadas ocasiones todos somos un poco el Rey Compás, ¿verdad?

Escucharlo en voz de su autora es altamente recomendable. Aquí les dejo el cuento en formato audio y escrito, que lo disfruten!!!

El país de la geometría/Marcha de la Geometría/La flor redonda

Había una vez un amplio país blanco de papel. El Rey de este país era el Compás. ¿Por qué no?
El Compás. Aquí viene caminando con sus dos patitas flacas: una pincha y la otra no.

Jo jo jo jo jo, una pincha y la otra no.

El Rey Compás vivía en un gran palacio de cartulina en forma de icosaedro, con dieciocho ventanitas. Cualquiera de nosotros estaría contento en un palacio así, pero el Rey Compás no. Estaba siempre triste y preocupado.
Porque para ser feliz y rey completo le faltaba encontrar a la famosa Flor Redonda.

Jo jo jo jo jo, sin la Flor Redonda no.

El Rey Compás tenía un poderoso ejército de Rombos, una guardia de vistosos Triángulos, un escuadrón policial de forzudos Trapecios, un sindicato de elegantes Líneas Rectas, pero… le faltaba lo principal: ser dueño de la famosa Flor Redonda.

El Rey había plantado dos Verticales Paralelas en el patio, que le servían de atalaya. Las Paralelas crecían, crecían, crecían… Muchas veces el Rey trepaba a ellas para otear el horizonte y ver si alguien le traía la Flor, pero no.
Había mandado cientos de expediciones en su búsqueda y nadie había podido encontrarla.
Un día el Capitán de los Rombos le preguntó:
–¿Y para que sirve esa flor, señor Rey?
–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor!
El Capitán Rombo, con miedo de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por el marco de la puerta.
Otro día el Comandante de los Triángulos le preguntó:
–Hemos recorrido todos los ángulos de la comarca sin encontrarla, señor Rey. Casi creemos que no existe. ¿Puedo preguntarle para qué sirve esa flor?
–¡Tonto, retonto! –tronó el Rey–. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor! El Comandante de los Triángulos, temeroso de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por una de las dieciocho ventanas del palacio.
Otra tarde la Secretaria del sindicato de Líneas Rectas se presentó ante el Rey y tuvo la imprudencia de decirle:
–¿No le gustaría conseguir otra cosa más útil, señor Rey? Porque al fin y al cabo, ¿para qué sirve una flor?
–¡Tonta, retonta! –tronó el Rey–. ¡Solamente las tontas retontas preguntan para qué sirve una flor! La pobre señorita Línea, temerosa de que el Rey la pinchara, se escurrió por un agujerito del piso.
Poco después llegaron los Trapecios, maltrechos y melancólicos después de una larga expedición.
–¿Y? ¿Encontraron a la Flor Redonda? –les preguntó el Rey, impaciente.
–Ni rastros, Majestad.
–¿Y qué diablos encontraron?
–Cubitos de hielo, tres dados, una regla y una cajita.
–¡Harrrto! ¡Estoy harrrto de ángulos y rectas y puntos! ¡Sois todos unos cuadrados! (Este insulto ofendió mucho a los Trapecios).
¡Estoy harrrto y amarrrgado! ¡Quiero encontrar a la famosa Flor Redonda!
Y todos tuvieron que corear la canción que ya era el himno de la comarca:

Sin la flor redonda no. Jo jo jo jo jo.

Los súbditos del Rey, para distraerlo, decidieron organizar un partido de fútbol. Las tribunas estaban llenas de Puntos alborotados. Los Rombos desafiaban a los Triángulos.
En fin, ganaron los Triángulos por 1 a 0 (mérito singular si se tiene en cuenta que la pelota era un cubo). El Capitán de los Rombos fue a llorar su derrota en un rincón.
El Comandante de los Triángulos, cansado y victorioso, se acercó al Rey:
–¿Y? ¿Le gustó el partido, Majestad?
–¡Bah, bah!… –dijo el Rey, distraído, siempre con su idea fija–. No perdamos tiempo con partidos; mañana salimos todos de expedición.
–¿Mañana? Pero estamos muy cansados, señor Rey. El partido duró siete horas; usted no sabe cómo cansa jugar con una pelota en forma de cubo. –Tonto, retonto, mañana partimos.
A la mañana tempranito el Rey pasó revista a sus tropas. Había decidido salir él mismo a la cabeza de la expedición. Rombos, Cuadrados, Triángulos, Trapecios y Líneas Rectas formaban fila, muertos de sueño y escoltados por unos cuantos Puntos enrolados como voluntarios.
Allá se van todos, en busca de la famosa, misteriosa y caprichosa Flor Redonda.
La expedición del Rey Compás atravesó páginas y cuadernos desolados, ríos de tinta china, espesas selvas de viruta de lápiz, cordilleras de gomas de borrar, buscando, siempre buscando a la dichosa flor.
Registraron todos los ángulos, todos los rincones, todos los vericuetos, bajo el viento, la lluvia, el granizo y la resolana.
–Me doy por vencido –dijo por fin el Rey. Quizás ustedes tenían razón y la dichosa Flor Redonda no exista. Quizá no eran tan retontos como yo pensaba. Volvamos a casita.
Cuando volvieron, el Rey se encerró en su cuarto, espantosamente triste y amargado.
Al rato entró la señora Línea a llevarle la sopita de tiza y se preocupó mucho al verlo tan triste. –Señor Rey –le dijo para consolarlo–, ¿no sabe usted que siempre es mejor cantar y bailar que amargarse?
Cuando la señorita Línea se hubo deslizado por debajo de la puerta, el Rey, que no era sordo a los consejos, dijo:
–Y bueno, probemos: la la la la… Y cantó y bailó un poquito.
Bailando, bailando, bailando, descubrió sorprendido que había dibujado una hermosa Flor Redonda sobre el piso de su cuarto. Y siguió bailando hasta dibujar flores y más flores redondas que pronto se convirtieron en un jardín.

Jo jo jo jo jo, y la Flor la dibujó.

Desiderata 1693

Así se titula este escrito que encontré en un viejo y descolorido cuadro de una sala de espera… desconozco quién lo escribió… pero es digno de releer de vez en cuando…

Anda plácidamente entre el ruido y la prisa y recuerda que paz puede haber en el silencio. Vive en buenos términos con todas las personas todo lo que puedas sin rendirte. Di tu verdad tranquila y claramente; escucha a los demás, incluso al aburrido y al ignorante: ellos también tienen su historia. Evita las personas ruidosas y agresivas, sin vejaciones al espíritu. Si te comparas con otros, puedes volverte vanidoso y amargo, porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus logros así como de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera aunque sea humilde: es una verdadera posesión en las cambiantes fortunas del tiempo. Usa la precaución en tus negocios porque el mundo está lleno de trampas. Pero no por eso te ciegues a la virtud que pueda existir; mucha gente lucha por altos ideales, y en todas partes la vida está llena de heroísmo. Sé tú mismo. Especialmente no finjas afectos. Tampoco seas cínico respecto del amor, porque frente a toda aridez y desencanto el amor es perenne como la hierba. Recoge mansamente el consejo de los años, renunciando graciosamente a las cosas de la juventud. Nutre tu fuerza espiritual para que te proteja en la desgracia repentina. Pero no te angusties con fantasías. Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad. Junto con una sana disciplina sé amable contigo mismo. Tú eres una criatura del universo, no menos que los árboles y las estrellas: tú tienes derecho a estar aquí. Y te resulte evidente o no, sin duda el universo se desenvuelve como debe. Por lo tanto, mantente en paz con Dios, de cualquier modo que lo concibas y cualesquiera sean tus trabajos y aspiraciones, mantén en la ruidosa confusión paz con tu alma. Con todas sus farsas, trabajos y sueños rotos, éste sigue siedo un mundo hermoso. Ten cuidado. Esfuérzate en ser feliz.

Iglesia de Saint Paul. Baltimore

Algunas notas sobre el amor y una fantasía diurna



Una mesa de celebración, cinco hombres y mi familia. Uno de los cinco me pregunta: “Y para Ud. ¿qué es el amor?” Silencio. Espacio que da origen a mi respuesta. Del caos, de la cavidad oscura, emerge la palabra. Empiezo a recordar y respondo: “Es aquello que nos construye, que nos alimenta, es artífice y energía para desarrollar todo el potencial en nosotros…Lo que nos lleva a la mejor versión de nosotros mismos. Cuando el “amor” destruye, o deteriora, pasa a ser otra cosa, a la cual no puedo nombrar. Pero seguro que no es amor. Entiendo que esta definición es personal, y condicionada por mis experiencias.”
Siete años atrás… una clase universitaria… un Maestro…y otra vez la misma pregunta: ¿qué es el amor? “Etimológica y no conceptualmente – dice él- es lo que nutre su propia sustancia”. “Uno se enriquece de la sustancia del otro” dice. Y allí lo encontré, en mis notas y recuerdos. Notas… hacer notable lo que no se nota. Se nota si se viste de sonido. “Son cuerpos invisibles las ideas. La música, el sonido, se anota en notas”, apuntaba.
Luego el Maestro presenta una imagen. Un logo que resume el pensamiento central de todo el curso. “Una fantasía diurna”, dice él. El curso: Introducción al pensamiento de Carl Gustav Jung. Y luego la invitación a describir la imagen sin interpretarla. “¿Qué ven?”
“La imagen de un huevo”. “El origen de la vida… de la vida del pollo”, dice el maestro, y nos largamos a reír.
“Un cielo estrellado”. “En él, las galaxias y la vía láctea”.
“Un sol” “(¿O luna?) Un doble juego y ambigüedad en la imagen. La luna como testimonio de que el Sol no nos abandona nunca”- dice el Maestro.
Un desierto, arena.
Un océano, agua.
Aire sobre el océano.
Fuego en la luz solar.
“Cuatro elementos” apunta el Maestro.
Un árbol inclinado por el viento. Una palmera.
Tres aves en el cielo. “Mitos… que unen el cielo con la tierra”, dice el maestro.
Una construcción humana que asienta sobre una plataforma que no se ve. Y tres columnas.
“La construcción humana remite al mito de Psyche (Alma), quien vivió en un templo de palabras, visitada de noche por un esposo misterioso. El “monstruo” se muestra y se descubre como Eros, (Amor). Otra vez, el amor. Al ser visto por la luz de la vela, desaparece
[1]
. El deseo en la oscuridad. La palabra en la luz”, dice el Maestro.
Las tres columnas: Freud, Adler y Jung.  La plataforma: la obra de Henri Ellenberger sobre el descubrimiento del inconsciente.
Luego el maestro afirma: “En toda obra, hay quien inspira esa construcción”. El que inspira: F. Nietszche. El arquitecto: Karl Jaspers y su obra sobre psicopatología general.
El Maestro vuelve a la palmera. “Se llama palmera porque su hoja se parece a la palma de la mano.
“La Palma de la Victoria”
[2]
dice él. ¿Se habrá referido a la Palmera de Débora, el célebre árbol situado en las montañas de Efraín, bajo el cual la profetisa Débora impartía justicia, y en donde alentó a Barac a derrotar a Sisara, general del ejército del rey Jabin, quien tenía oprimido al pueblo de Israel.? ¿O al recibimiento a Jesús en Jerusalén con hojas de palmera, que conmemora el momento glorioso de Jesucristo antes de la Pasión y Muerte? ¿O simplemente a las palmas del aplauso para celebrar la victoria? A ninguno de ellos… o a todos ellos.
También narra mi Maestro un episodio de la huida a Egipto de Jesús, María y José, luego de que supieran que el rey Herodes iba tras la vida de Jesús, un episodio que narran los Evangelios Apócrifos
[3]
: “José, María y el Niño en el burro, cruzando el desierto. Se encuentran en el desierto una palmera. El Padre, que no era el padre, le dice “Agáchate”, y la palmera cumple con la orden., brindando sus dátiles.Y agua. “
“En el Corán, el libro sagrado de los musulmanes, también se narra la misma historia”, señala el Maestro.
“En los mitos griegos, dice él…. Una isla flotante, arena y una palmera que accede a recibir a esta mujer encinta por Zeus y a quien Hera ha privado de ayuda para parir”. “De ella nacen Artemis y Apolo… o Febo: el Sol. El Niño Jesús. Natividad del Sol. Navidad”.
Zeus es luz. Júpiter es el padre de la luz. Jovis es luz. Dios es luz y su nombre no lo nombra, sólo lo califica.”
Dejo mis notas en pausa. Y al recuerdo de mi Maestro.




[1] Grimal, P. Diccionario de la Mitología Griega y Romana. Mito de Psyché. Pág. 458- 459. Ed. Labor. Buenos Aires.
[2]
A la mañana siguiente, partieron y, en el momento en que se ponían en camino, Jesús volvió hacia la palmera (ver Cap XX Milagro de la palmera) y dijo: “Yo te concedo, palmera, el priviliegio de que una de tus ramas sea llevada por mis ángeles y plantada en el paraíso de mi Padre. Te quiero conferir este favor, para que se diga a aquellos que hayan vencido en cualquier lucha: has obtenido la palma de la victoria. Y mientas decía ésto, he aquí que un ángel del Señor apareció sobre la palmera y tomando una de sus ramas, voló hacia el cielo con ella en la mano”. Evangelios Apócrifos. Evangelio del Pseudo Mateo. Cap XXI: La palma de la victoria. Centro Editor de Lectura. 2006. Buenos Aires. Pág. 35-36

[3]
Evangelios Apócrifos. Evangelio del Pseudo Mateo. Cap XX El milagro de la palmera. Centro Editor de Lectura. 2006. Buenos Aires. Pág. 35.


Un saludo y un regalo: un huevo de Pascua

Estimado lector: cada línea escrita que lees es una conquista. Conquista de tiempos y de esfuerzos, de búsquedas y de extravíos. De dudas y sombras de certezas. Sin embargo, el saldo de entramar sentidos y simbolismos en estos pequeños ensayos, con las guías de un maestro que ya no está, es más que reparador. Es una manera de rendirle homenaje, celebrar al hombre y agradecer por el beneficio recibido. Él diría que es un “pontífice”, un puente y sólo un puente entre una verdad necesaria y uno mismo. Que nada de lo que narra en sus clases está oculto, por el contrario, está todo ahí, a la vista de todos. Sólo hay que saber mirar. Y que nadie ha de quedarse a vivir en un puente. Hay que atravesarlo, cruzar y seguir 1.
Fines del mes de marzo del año 2005, inicia el curso sobre Propedéutica en Psicología: el valor de la palabra en la lengua castellana. Me ubico en un asiento y espero a que llegue el maestro. De pronto, él ingresa. Un anciano, cabello gris, vestido de traje, acompañado de sus ayudantes. Sube al estrado, acomoda sus notas, se pone de espaldas y empieza a escribir en la vieja pizarra negra. La clase va a comenzar.
Todo inicia con un ícono. Un estímulo visual, con una palabra en su interior, “que representa una tarea condensada”.

«Un huevo», dice. En su interior, una luna creciente. Y tres letras: L (letra
latina), Mu (letra griega) y HaLL (letra árabe). Cada letra representa un vocablo en
cada lengua citada, y para este logos, los tres nombres de la Luna: L por Lucina
(Luz), Mu por μενη (Medida) y HaLL por HaLiLu- Ya (Sol), Alegría.
El maestro nos dice que todo objeto puede ser visto en tres formas:
• directamente, por la misma luz que lo alumbra, desplegando la
función física del objeto.
• Indirecta, o metafóricamente, cuando remite a algo conocido por
nosotros, y podemos establecer los dos polos de la asociación
semántica («la luz de mis ojos»).
• O simbólicamente, cuando hay un polo que no se conoce, pero que
se vuelve tangible por una imagen conocida («el árbol de la vida»).
“Estas formas simbólicas preexisten al hombre”, dice el maestro, “no
fueron creados”. Es clara hoy para mí su intencionalidad de
enseñarnos a ver, leer, escuchar y sentir en lenguaje simbólico. 2
“La lengua castellana- continúa diciendo-, es nuestra lengua madre o
materna, es desde allí que se aprenden el resto de las lenguas. Su origen data del
año 1100 d.C. con “El Poema del Mío Cid”. Allí la lengua castellana estaba en
pañales, eran balbuceos. Luego evoluciona en el Don Quijote de la Mancha de
Cervantes”. Lo que está antes del origen, la prehistoria de la lengua castellana,
nos sitúa en la conjunción de tres lenguas: el latín, el griego y el sánscrito.
«Maestro… ¿Qué es Propedéutica? ¿Qué significa?» «Pregúntele a la
palabra», dice él. “Pro es previo, paideo es conocimiento y tegmen es arte. Por
tanto propedéutica es el arte del conocimiento previo, lo que hay que saber antes
de saber. La propedéutica no se enseña, se realiza”. De la raíz paideo, surge
paidós, que semánticamente remite a niño, y etimológicamente a “los que
aprenden”.
El maestro opone esta idea sobre “los que aprenden” a “los eruditos”. La
erudición se opone al conocimiento vulgar, rudo, rural y elemental. “La erudición
es conocimiento intelectual sin vida ni fundamento”, dice.

El maestro vuelve al logo, al ícono del curso. Nos dice que todo logo está
compuesto por dos partes, un isotipo en tanto remite a la imagen visual, y un
isologo en tanto alude a una imagen verbal. En el ícono, tres caracteres que
remiten a tres lenguas que dan origen a la lengua castellana. Latín, griego y
sánscrito.
Una luna creciente 3.
Y un huevo. Esta vez como símbolo del origen del universo. En la
cosmogonía proveniente del paganismo grecorromano, de los residuos del
orfismo, la creación del cosmos se asienta en el nacimiento del dios Fanes,
Fanetes o Primogénito. Fanes se caracterizaba como una deidad de alas doradas
sobre los hombros y cuerpo en forma de dragón. Hesíodo, en su Teogonía,
equipara a Fanes con Eros.
El mito órfico de la cosmogonía, nos dice él, un huevo de plata del cual sale
Eros (el Amor, otra vez), que pone la vida en el Universo. “(…) O bien Eros nace
del huevo original, el huevo engendrado por la Noche, cuyas dos mitades, al
separarse, forman la Tierra y su cobertura, el Cielo. 4”
Un huevo: símbolo del origen del universo, de la fertilidad y del potencial de
la vida. Y también de la resurrección en el cristianismo. Resurgir, citar, emblema
del renacer 5. HaLiLu-Ya. Aleluya.





1 “El mundo es un puente, atraviésalo, no te quedes a vivir en él.” Frase atribuida a Jesús por la tradición islámica. Ver “Jesús en el Islam”. Diccionario de Brandon.

2 “Cuando los oídos del estudiante están listos para oír, entonces vienen los labios a llenarlos con sabiduría. Trismigesto, H. El Kybalion.

3 «El recorrido cíclico de la luna a través del cielo y su forma en cambio constante proporcionaron a las sociedades primitivas un poderoso símbolo del ciclo de la vida humana. (…) Los ciclos creciente y decreciente de la Luna simbolizan el nacimiento, la muerte y la resurrección. La luna creciente representa el crecimiento, mientras que la menguante se asocia con la muerte». Signos y símbolos. Guía ilustrada de su origen y significado. Cap: El cosmos. La luna. Cosar Editores. Santiago. Pág. 18.
4 Grimal, P. Diccionario de la Mitología Griega y Romana. Mito de Eros. Pág. 171. Ed. Labor. Buenos Aires.

5 “Entonces, el universo entero es solo…”
“Un huevo”. Respondí. “Ahora es momento de que continúes hacía tu próxima vida”.
Y te envié hacía ella.
Weir, A. The Egg.