Pequeña sabia y la luz

Una pequeña sabia notó que la luz llamaba su atención. Podía mirarla por horas… buscarla en los días y en las noches… contemplarla en sus intensidades, frecuencias, en sus trayectorias y proyecciones. Luego pudo mostrar a otros que la luz estaba ahí y compartirlo con quienes la rodeaban. Esos otros le enseñaron que la luz podía tener colores… y entonces un vasto mundo se abrió para ella. Luces… colores y luego formas… esas luces y esos colores podían adquirir formas diferentes… y aunque conoció varias formas, fue allí que supo que los círculos le gustaban. Y que los demás podían verlos también… fue así que compartió cada círculo que vió con quienes la rodeaban. Los dibujó con sus manitos en el aire, en la arena, en el agua, en las paredes y en los pisos. Pero eso no fue suficiente… las formas eran vacías y ella notó que algunas formas podían llenarse de sentido. Las formas podían albergar sonidos!! Una A, por ejemplo, podía no sólo dibujarse… podía nombrarse!! Qué maravilloso… poder salir y señalar cada A del camino. Poder compartirla con quienes la rodeaban. Pequeña sabia… transitas el camino que recorrimos como especie al ir descubriendo el mundo que nos rodea. Somos afortunados de poder acompañarte… nunca olvides que el camino de la luz es el más difícil, nada nos garantiza el éxito, pero sí el crecimiento y la evolución.

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