Pequeña sabia y los círculos

Había una vez una pequeña sabia que veía el mundo en otra forma distinta al resto. Veía lo pequeño, lo simple, aquello que nadie se detenía a contemplar. Y un día descubrió que en el mundo había círculos. Y que podía encontrarlos en la calle, en la vereda, en dibujos. Luego vio que ella misma podía dibujarlos. En el aire. En el agua. En la tierra. En una hoja de papel. De colores. Grandes y pequeños. Círculo. Simple forma, cargada de simbolismos, de sentidos, desde tiempos inmemoriables. Círculo, portador de sabiduría milenaria, perfección y simetría de lo universal. Reflejo de nuestra cíclica existencia. Pequeña sabia, ajena a las distracciones de una lengua que intenta nombrar las cosas que vivimos, sin conseguirlo… viste en el círculo la idea de lo eterno, sin principio ni fin. Tal vez aquello que alguna vez vimos maravillados y que luego dejó de sorprendernos. Ahí están tus ojitos y tus manos, recordándonos que allí, en lo más simple, residen los principios de todo conocimiento que hayamos construido como seres humanos.

Deja un comentario